dimecres, 5 de maig del 2010

El límite de Chandrasekhar

Chandrasekhar fue un físico que estableció el límite en el que una estrella súpergigante sufriría un colapso gravitatorio tal, que podría acabar convirtiéndose en un agujero negro. Tal colapso gravitacional provocaría una singularidad que sería envuelta por una superficie llamada horizonte de sucesos. A partir de ese momento cualquier forma de materia sucumbiría a la inexorable atracción espacio-temporal en un incierto y desconocido destino del cual, ni siquiera los fotones de luz podrían escapar, sumándose a la cada vez mayor concentración de masa.

Paradójicamente esos astros, observados con telescopio desde nuestro singular planeta, se verían como objetos de gran brillantez, confundiéndose con meras estrellas de nuestro infinito firmamento. Pero no hay que engañarse a tal efecto, y dar una explicación técnica para entender semejante peculiaridad sería arduo difícil, si se carece de los conocimientos y una mente suficientemente abierta para comprenderlos. Si además, tuviésemos la opción de poder viajar hasta allí en una nave espacial para observarlos de cerca y de manera curiosa, poco a poco nos dejaríamos llevar de manera hipnótica a los fenómenos extraordinarios que estuviesen ocurriendo, justo en el punto exacto donde la gravedad actuase de manera estrepitosa. Sin darnos cuenta entraríamos en esa brutal atracción desapareciendo in extremis, fundiéndonos con la infinita materia acumulada.

De manera más mundana y cercana a nosotros, podríamos establecer un paralelismo y comparar esa gravedad, a la atracción egocéntrica del sueño de alcanzar la fama y gozar de una popularidad exacerbada. Si Chandrasekhar en vez de ser premio Nobel de astrofísica, hubiese elegido la antropología social, habría formulado el mismo límite en el que una sociedad sufre un colapso cultural que con el tiempo se convertiría en un hedonismo material a gran escala. A menudo esta sociedad confunde a las personas, mostrándoles la brillantez de una aparente y manipulada forma ideal de vida. Si tienes determinada predisposición e inquietud, puedes hacer que tu existencia cambie de la noche a la mañana sin más mérito que el de seguir a la zanahoria. Y en esa atracción que luego resulta fatal, se crea un batiburrillo de seres fusionados en una amalgama imposible de disociar. Salir pues del agujero de la popularidad resulta sin duda extremadamente difícil, porque primero ha de ser uno consciente del circo en el que está viviendo. La popularidad no tiene por qué ser innoble o dañina siempre y cuando no se traspase esa barrera del horizonte de sucesos. Pero su fuerza de atracción es tal, que resulta impensable para esos pequeños e ingenuos seres de ilusas condiciones mentales, no caer en la tentación, y acaban sucumbiendo de manera salvaje a esa vorágine ignominiosa de eventos.

Por eso, y antes de que se produzca otro colapso gravitatorio que pueda generar que una estrella se convierta en un nuevo agujero negro, sería conveniente calcular dónde establecer el límite de Chandrasekhar.

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