dijous, 6 de febrer del 2014

Larus Ridibundus: (LA GAVIOTA)

Retornando, en la novela de Gabriel García Márquez, “Relato de un náufrago”, el protagonista llega a cazar una gaviota que se ha posado en la balsa y que podría saciar sus días de abstinencia. Pero el protagonista sabe que su carne es dura, agria e incomestible, muy semejante a la de los córvidos. Aun así, en un intento desesperado e instintivo de supervivencia duda si hacerlo o no, pero finalmente desiste. Además como buen marinero,  sabe  que puede ser un buen indicio de que cerca de allí existe tierra firme.       
No obstante, lejos de aquella romántica idea sobre aventuras y desventuras de los lobos de mar, hoy día la gaviota, no le serviría ni al desventurado Capitán Acab en su  infructuosa lucha contra MobyDick. No ya debido a los modernos sistemas de navegación, sino que en contra de lo que se supone que es su hábitat, la gaviota se ha atrevido a internase kilómetros tierra adentro.

La degeneración de las costas por la indecente, obscena y escandalosa  especulación, aparte de la pesca indiscriminada de los arrastreros furtivos, ha provocado la desaparición progresiva de las pesquerías. Y ya se las puede observar en parajes impropios de su medio natural. Como aquel famoso tema de Caco Senante: “qué es lo que haces tú aquí una gaviota…”
Por esa razón, los habitantes de las ciudades del interior ya no se sorprenden al oír sus estridentes y molestos reclamos; observar los salvajes asaltos de varios individuos a las palomas – ave místicamente espiritual y símbolo de la paz,  e incluso como en la película “Los pájaros “de Alfred Hitchcock, ataques desprevenidos a  transeúntes.
Quizás el comportamiento actual de esta ave, ha servido de inspiración a ciertas fracciones político-sociales que la han tomado como adarga en su particular e inducida reyerta callejera,  siendo conscientes de que sus heces más que servir de  abono para la tierra, albergan en su interior componentes ácidos que corroen los objetos, acompañados de parasitarios, en una especie de simbiosis que pueden provocar graves efectos secundarios en la población.

No es preciso ser demasiado inteligente para saber que la gaviota, como  otras especies de aves, actúa de manera instintiva luchando por la supervivencia de su género y que, tomarla como emblema de sus adalides, es en sí, todo un agravio al reino animal. Así pues, antes de que siga avanzando hacia ecosistemas todavía inocuos por la agresividad de sus garras y pueda provocar nuevos desequilibrios naturales, sería conveniente regenerar los bancos de peces, para que la gaviota vaya a dar consuelo al Capitán Acab y regrese al hábitat de donde nunca debió salir.