La gaviota vulgar es una ave perteneciente a la familia de los láridos: de plumaje predominantemente gris, pico robusto y largo; extremadamente voraz y agresiva que se alimenta principalmente de peces y cangrejos de pequeño tamaño; aunque en su dieta tampoco faltan los despojos orgánicos, con lo que le confiere además de carnívora, la condición de carroñera. Su hábitat natural son las costas principalmente, donde intenta mostrar sus dominios con respecto a otras especies de menor tamaño y envergadura como el cormorán. Suele revolotear en torno a los barcos de pesca, asaltando los palangres en busca de la presa fácil. Hábil huidiza de las tempestades, no suele volar excesivas millas mar adentro, así que cuando los temporales azotan tiende a cobijarse en tierra.
Recuerdo una frase que me enseño un marinero gallego: “Gaivotas na terra, mariñeiros á merda”. Indudablemente, esta locución no necesita traducirse, salvo para aquellos necios que consideran su lengua como: única, castiza y universal, mientras se les estercola la boca de infames ofensas. La cita en sí, tiene más sentido si cabe por su origen, donde hace presagiar el inminente desastre de las embarcaciones chocando contra los abruptos acantilados de “A Costa Da Morte.
Recuerdo una frase que me enseño un marinero gallego: “Gaivotas na terra, mariñeiros á merda”. Indudablemente, esta locución no necesita traducirse, salvo para aquellos necios que consideran su lengua como: única, castiza y universal, mientras se les estercola la boca de infames ofensas. La cita en sí, tiene más sentido si cabe por su origen, donde hace presagiar el inminente desastre de las embarcaciones chocando contra los abruptos acantilados de “A Costa Da Morte.
Retornando, en la novela de Gabriel
García Márquez, “Relato de un náufrago”, el protagonista llega a cazar una
gaviota que se ha posado en la balsa y que podría saciar sus días de abstinencia.
Pero el protagonista sabe que su carne es dura, agria e incomestible, muy
semejante a la de los córvidos. Aun así, en un intento desesperado e instintivo
de supervivencia duda si hacerlo o no, pero finalmente desiste. Además como
buen marinero, sabe que puede ser un buen indicio de que cerca de
allí existe tierra firme.
No obstante, lejos de aquella romántica idea sobre aventuras y desventuras de los lobos de mar, hoy día la gaviota, no le serviría ni al desventurado Capitán Acab en su infructuosa lucha contra MobyDick. No ya debido a los modernos sistemas de navegación, sino que en contra de lo que se supone que es su hábitat, la gaviota se ha atrevido a internase kilómetros tierra adentro.
No obstante, lejos de aquella romántica idea sobre aventuras y desventuras de los lobos de mar, hoy día la gaviota, no le serviría ni al desventurado Capitán Acab en su infructuosa lucha contra MobyDick. No ya debido a los modernos sistemas de navegación, sino que en contra de lo que se supone que es su hábitat, la gaviota se ha atrevido a internase kilómetros tierra adentro.
La degeneración de las costas por la
indecente, obscena y escandalosa
especulación, aparte de la pesca indiscriminada de los arrastreros
furtivos, ha provocado la desaparición progresiva de las pesquerías. Y ya se
las puede observar en parajes impropios de su medio natural. Como aquel famoso tema
de Caco Senante: “qué es lo que haces tú aquí una gaviota…”
Por esa razón, los habitantes de las
ciudades del interior ya no se sorprenden al oír sus estridentes y molestos
reclamos; observar los salvajes asaltos de varios individuos a las palomas –
ave místicamente espiritual y símbolo de la paz, e incluso como en la película “Los pájaros “de
Alfred Hitchcock, ataques desprevenidos a transeúntes.
Quizás el comportamiento actual de
esta ave, ha servido de inspiración a ciertas fracciones político-sociales que
la han tomado como adarga en su particular e inducida reyerta callejera, siendo conscientes de que sus heces más que
servir de abono para la tierra, albergan
en su interior componentes ácidos que corroen los objetos, acompañados de
parasitarios, en una especie de simbiosis que pueden provocar graves efectos secundarios
en la población.
No es preciso ser demasiado
inteligente para saber que la gaviota, como otras especies de aves, actúa de manera
instintiva luchando por la supervivencia de su género y que, tomarla como emblema
de sus adalides, es en sí, todo un agravio al reino animal. Así pues, antes de
que siga avanzando hacia ecosistemas todavía inocuos por la agresividad de sus
garras y pueda provocar nuevos desequilibrios naturales, sería conveniente
regenerar los bancos de peces, para que la gaviota vaya a dar consuelo al
Capitán Acab y regrese al hábitat de donde nunca debió salir.
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